Es un imponente edificio románico de
planta de cruz latina y cabecera con girola, típicas de las iglesias
de peregrinación.
A los peregrinos, tras llegar a
Santiago después de tan largo y penoso viaje, les llenaba de
admiración la visión de las esculturas del Pórtico de la
Gloria, cuya belleza parecía realmente trasladarlos a la morada
divina.
Los peregrinos recorrían la catedral
por uno de sus lados, hasta llegar a la girola, en cuyo
espacio central se encontraba el sepulcro del Apóstol, y volvían a
salir por el lado contrario.
La afluencia de visitantes a la
catedral era tan grande que, al igual que en otros templos, fue
habitual mantener un gran incensario en movimiento para purificar el
ambiente, enrarecido por el olor de la muchedumbre. Éste fue el
origen del Botafumeiro compostelano.
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