La
monarquía de los reyes católicos, Isabel y Fernando, fue el origen
del Estado moderno en los reinos hispánicos.
Su
matrimonio significó unir bajo una misma Corona a los dos mayores
Estados de la Península Ibérica: el de Castilla y el de Aragón.
Sin embargo, la unión no supuso la creación de un estado unitario
porque se mantuvieron las leyes y las instituciones de cada uno de
ellos.
Los
reyes se preocuparon por ampliar sus territorios y conquistaron el
reino nazarí de Granada e incorporaron las islas Canarias y el reino
de Navarra a la Corona de Castilla. Además desarrollaron una
política exterior tendente a consolidar sus dominios en el
Mediterráneo y a abrir nuevas rutas en el Atlántico, que
culminarían con la llegada de Colón a América.
También
quisieron reformar el poder de la monarquía sobre los distintos
grupos sociales. En la Corona de Castilla, Isabel estableció una
monarquía autoritaria y en la Corona de Aragón, Fernando instituyó
el pactismo.
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