Desde
principios del siglo XIV, se produjo en Europa una crisis agraria
debido a la sucesión de malas cosechas,
motivadas por un clima desfavorable y por el cultivo de tierras de
baja calidad durante las grandes roturaciones del siglo anterior. La
consecuencia fue la disminución de la producción de trigo y la
expansión del hambre por todo el continente.
El
período más duro se inició en el año 1347, cuando la denominado
Peste Negra asoló a
Europa, afectando a una población subalimentada y provocando una
elevada mortandad. La crisis demográfica agravó la crisis agraria,
paralizó el comercio y frenó la actividad artesanal de las
ciudades.
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